Cuando algo se hace muy muy grande siempre terminan por aparecer cortesanos de los medios que creen saber de lo que hablan, y si no, no importa, porque pueden contaminar con ideas extrañas algo tan bien construido como un personaje de cómic. 

Ya estaban tardando. Hasta el último de los intelectuales modernos, posmodernos o altermodernos que pululan por los medios en papel o digitales parecen coincidir en que la tercera película de C. Nolan sobre Batman merece la pena ser analizada. Es un cómic llevado al cine con maestría, pero ellos ven mucho más. Igual es que somos memos, o simplemente vemos las cosas con más sencillez. Ya saben, la navaja de Ockham, alguien a quien muchos no han leído jamás, pero que determina que de todas las explicaciones posibles la más sencilla siempre será la más plausible. Pero no, hay que ser retorcidos. Es lo malo de leer Jotadown, que termina por morderte la lengua por el susto.

Podríamos dar muchos nombres, pero leer a articulistas del viejo cuño de la pana y la rosa roja en el puño hablar de visiones neoconservadoras en la figura de Batman quema la inocencia con la muchos han visto al personaje, un símbolo del cómic y quizás el más elaborado y querido por los fans. En lugar de tomarlo como lo que es, un simple divertimento, un juego mental hecho por un buen director (que sin embargo sabe que la mejor es la segunda, no la tercera), han visto los fantasmas de la ideología ultraliberal en Bruce Wayne – Batman y revolucionaria en Bane, el virulento y listo villano que monta una revolución como tapadera para un asesinato de masas. Es cierto: las revoluciones siempre son cortinas de humo de otras cosas más siniestras.

No decimos que no sea posible, simplemente que es Batman, idiotas, y que sus tramas suelen ser hijas de sus neuras, no porque los guionistas sean unos conspiradores ultraconservadores. Bueno, quizás F. Miller, el padre adoptivo de la criatura sobre la que se basan las tres películas, sí que sea algo extremo en los conceptos, pero forma parte de su entendimiento poder hacer las cosas como las hace. Y es un gran maestro del cómic, el primero realmente posmoderno. Pero ellos, ajenos muchos (la mayoría) a la tradición del cómic, se atreven a hablar con la soltura de gente que cree que por haber leído a Glucksman o Chomsky ya pueden soltar perlas de sabiduría. Pero el cómic les importa una mierda, sólo les vale lo que puedan utilizar para seguir con sus castillos en el aire. Así que enhorabuena, habéis logrado cabrear a la gente del cómic.

Además, donde esté un buen anarquista tarado como el Joker…