Es evidente que la primera generación que usa internet, y especialmente las redes sociales, no está entrenada para poder sacarle el verdadero jugo a un sistema que, inventado como fue para ligar, ha terminado por crear una sociedad paralela a la física y real. Pero tanto una como otra son igual de válidas, y las normas de una deben aplicarse en la otra si no quiere el usuario terminar como el célebre Zapata y su chiste de los judíos y los ceniceros.