Hay un sentimiento culpable muy grande en el occidental medio: la sensación de ser siempre el malo de la película. El sentimiento de culpa por el colonialismo y haber ejercido el poder mundial es demasiado grande para dejar ver con perspectiva.
Hay más libros ahora sobre el futuro poder de China que sobre el de Europa o EEUU. Los falsos profetas que auguran que China dominará el siglo XXI, que miran a Brasil, Sudáfrica, India, Turquía, Indonesia, Corea o Perú como si fueran la panacea del futuro pueden tener algo de razón, pero la Historia ha demostrado una cosa: soporta y rompe cualquier tipo de profecía. Mucho más cuando se trata de un recurso de parte de la élite académica para vender libros. Y los lectores se comen el mensaje y se lo comentan al de al lado: “Vete aprendiendo chino”. Un consejo útil pero también algo inútil.
Nadie mira hacia la India. Y desde luego nadie sigue mirando hacia EEUU y Europa. Mientras que cuando pensamos en China sólo vemos disciplina, fábricas, rascacielos y consumo hiperbólico, cuando fijamos en la mente a la India sólo encontramos bolsas de pobreza, barrios atestados, castas, mucho exotismo religioso, olores, colores y más de un siglo de literatura británica que distorsiona el juicio. Pensar en Europa es un suicidio intelectual: está vieja, desunida, arruinada, quejosa como una anciana que toma ya demasiadas pastillas. Y en cuanto a EEUU, sólo vemos la supuesta decadencia de la antigua superpotencia, como si ya estuviera acabada.
El resultadismo no sólo es cuestión de deportes, en el campo de las civilizaciones también ocurre lo mismo. Ahora es políticamente útil y vendible la idea de que Occidente se viene abajo mientras Oriente gobierna el mundo. Sin embargo habría que recordar que Europa sigue siendo el mayor núcleo comercial del planeta, que EEUU es el mayor inversor mundial y que aunque su deuda esté en manos chinas es algo fácilmente modificable por una América que, preveemos, se encabronará progresivamente en cuanto China cruce determinadas líneas rojas. Si alguien ha demostrado tener poca cabeza y mal juicio esa es América, así que se llevará bien con el dragón mientras le sea útil. Llegado el momento igual le pega una patada a la mesa.
En cuanto al futuro, nosotros destacaríamos que India tiene dos ventajas: la primera es que el porcentaje de beneficiados por el desarrollo económico es más grande que en China, que los hindúes hablan inglés al nivel profesional y que son mucho más flexibles y dúctiles que los chinos, acostumbrados a ser poco menos que un ejército social. India crece más despacio, pero se asientan mejor sus frutos. En menos de diez años superará a China en población, y en clase media, la llave que permite a un país alcanzar el nivel óptimo para imponerse. Y lo está haciendo a la chita callando, como hay que hacerlo, como hizo EEUU en su día antes de tener que librar dos guerras mundiales. En China se fabrica, pero donde se decide y se acumula el conocimiento es en India. Y el saber es poder. Además, China cada vez se parece más a España en cuanto a burbujas, así que igual su futuro no es tan dorado como creen. Si lo sabremos nosotros…