Hoy es el Día Mundial de la Libertad de Prensa, amordazada de muchas maneras: en Occidente a través de la precariedad laboral, los despidos indiscriminados y la negación a que exista un verdadero sindicato profesional.

Que nadie se llame a engaño: sólo la unión hace la fuerza. Las asociaciones son el camino hasta que se pueda estructura una fuerza laboral eficiente: hacer la guerra por cuenta propia no lleva a ningún lado. En Salamanca, como en muchos otros sitios, se ha celebrado con el pesimismo de un oficio que se viene abajo.

El periodismo sufre tres pestes conjuntas: la crisis económica, que hunde la inversión publicitaria y por tanto los beneficios de los medios; la transición hacia el mundo digital, que reduce plantillas hasta el ridículo sin necesidad; y finalmente, los continuos impedimentos para que las asociaciones de prensa sean auténticos sindicatos profesionales. Porque a los sindicatos mayoritarios NO LES IMPORTA lo que le pase a los medios de comunicación. Las secciones de medios son ridículas, y estas organizaciones están más interesadas en el resto de sectores que en nosotros.

En la plaza del Liceo se reunieron más de sesenta personas a las que habría que sumar muchos políticos (algunos interesados) y gente vinculada con la prensa, la radio y la TV. Sin embargo no hubo nadie de los gabinetes de prensa, nadie del PP movió un dedo, y el colmo fue cuando uno de los principales medios de la ciudad prohibió a los trabajadores de la empresa acudir a manifestarse. Son las lacras que tiene que soportar un gremio sometido a muchas presiones, que en otro caso llevan sin cobrar casi cinco meses, donde la gente es utilizada como si fueran pañuelos de usar y tirar. A veces, y mucho más en la prensa local, por desgracia, con actitudes más propias del pasado franquista que de un tiempo moderno. Porque prohibir una demanda pública de justicia social es poco menos que coartar los derechos laborales de un ciudadano.

Los editores y dueños de los medios NO DESEAN UN SINDICATO, porque eso supondría que tendrían que negociar, que lidiar contra los trabajadores, que ya no podrían mangonearles a su antojo ni meter baza en el juego político, que es lo que quieren los dueños de los medios: poder. Los periódicos son usados como herramientas de poder, no como empresas. Y en muchos casos, si lo sabrá Salamanca, como auténticas lavadoras de la caja B de las cuentas. Luego se despide a la gente y punto pelota.

Por todo eso, porque la democracia necesita de los medios, para que no engañen a la gente, para que la opinión pública no repita los eslóganes del poder sin pensarlo, por eso son imprescindibles los periodistas igual que lo son los policías, los abogados, los funcionarios, los carpinteros, los panaderos, los peones y los cocineros, y cualquier otro oficio que existe no por capricho sino porque tiene una función social concreta y digna. Por todos ello es mejor ponerse de pie que no seguir así. Porque lo que se está jugando es el futuro de un oficio, no una frivolidad. Y si no, acordaros de Zola al menos…