Justo cuando Cataluña empieza con los trámites de un divorcio que va a hacer mucho daño pero que a ellos probablemente los devaste, quizás sea una buena idea reinventarse. Ahí está Portugal, el antídoto contra una España mediocre.
Recordamos un programa de Navidad de hace un par de años en ‘El Hormiguero’; sí, es cierto, no es un referente adecuado, pero gastaron una broma que dice mucho de la gens ibérica: aparecen dos hormigas de peluche y dicen eso que muchos han pensado pero pocos han dicho, “España es grande, pero si no hay sitio, aun queda Portugal para invadir”. Risas, carcajadas, mucha mala uva de vecino ingrato… o una forma algo desacertada de una pulsión más grande.
Porque en estos tiempos de llanto y crujir de dientes, que dirían los fans de la Biblia, viendo cómo está el vecino de mal, quizás el mal compartido fuera más llevadero, quizás si España se volcara con Portugal, viendo que desaparecen los lazos con Cataluña y puede que con el País Vasco, se podría abrazar al hermano y crear una gran República federal que tendrían muchos desafíos pero también muchas ventajas.
Para empezar tendría que ser bilingüe, a todos los niveles. Que el español y el portugués fueran los idiomas oficiales sería una gran ventaja estratégica, porque se podría acceder a más de 700 millones de personas en todo el mundo en tres continentes, ahí es nada. Una relación clara de igual a igual entre ambos pueblos evitaría todo tipo de orgullos heridos: sería cuestión de abrazarse, de unirse para ser más fuertes. Algún españolista recuperaría alguna estampita de Felipe II, pero sería algo minoritario, y a ser posible, represaliado por la propia nueva sociedad.
Evidentemente tendría que ser un sistema federalista, quitando algunas comunidades autónomas que no sirven para nada salvo para cargar las arcas públicas de gastos. No es lógico que en España haya más coches oficiales y dietas a cargo público que en toda China, todavía comunista para estas cosas. Mucha gente mamando de la teta gorda del Estado a cuenta de cabildos, diputaciones, comunidades… muchos cargos que sobran, políticos que sólo hacen bulto… and nothing more. Portugal ayudaría, como excusa, para hacer la gran criba, limpia y posterior purga de todos los parásitos que corroen el Estado para hacer sitio a una nueva forma más racional y sencilla de organización. Una catarsis de tal calibre que permitiera resetear dos naciones por el precio de una: y esa frontera difusa y más artificial que casi ninguna se borraría para convertirnos en un ejemplo.