Sólo un gobierno corto de miras criminaliza socialmente al cine, pero es evidente que la relación entre cine español y derecha española es más que virulenta.

Vamos a intentar aquí hacer lo que nadie ha hecho en España: tener sentido común. Los españoles tienen muchas virtudes, pero eso de la racionalidad y la sensatez no está entre ellas. Es un país visceral, y como tal se toman las afrentas y las críticas. Más de mil años de dominación católica tiene su precio en forma de usos y costumbres tan arraigados que pasarán siglos antes de que las eliminemos. Lo de encajar las críticas y argumentar son cosas que se hacen en otros países. Aquí es “conmigo o contra mí”. Leed bien atentamente: cada párrafo está visto desde un lado y otro, primero el cine y luego la derecha. Luego podréis juzgar cada uno lo que pensáis. Pero como siempre, la respuesta está entre ambas vías, no en una.

A un lado los adalides del cine nacional, que arremeten contra los conservadores que siempre han intentado censurarles, regatearles ayudas (que sí se dan a la Iglesia sin cortapisa alguna)… y por supuesto lo más importante, aplastarles porque no se han plegado a los valores y el ordeno y mando de la derecha eterna. Esas actitudes son las que marcan las filias y fobias. Franco les laminó, y luego el PP, tras una etapa de tranquilidad durante los años 80, volvió a la carga cuando comprobó que el cine era de izquierdas. Por voluntad artística, porque el arte siempre ha sido liberal y progresista por coherencia interna. Pero también porque la derecha se encargó de empujarles a los brazos del PSOE e IU en su momento por la falta de visión histórica y su autoritarismo.

Al otro lado los críticos del cine español, y con varias razones de peso: es una industria subvencionada y que cuesta dinero, que absorbe ayudas que podrían ir hacia la música, el teatro o las artes plásticas, pero ellos se llevan la parte del león. El cine español ha tenido tiempo para cimentar una industria después de más de 20 años de ayudas públicas, pero no lo ha hecho, y no porque no haya gobernado la izquierda tiempo suficiente. La sopa boba se les ha comido el ingenio, así de claro. Sólo los más listos que han mirado fuera de España prosperan, y eso es algo muy clarificador de cómo están las cosas en España. Sin ayudas el cine se hundiría, cierto, pero lo que resultara después sería independiente en lo económico y tendría un público más amplio, quizás con la vista puesta en los más de 400 millones de potenciales clientes que tendría en Latinoamérica y EEUU. Pero eso no lo han visto. La crítica conservadora no está mal cimentada, pero sí mal expuesta y la han usado como propaganda contra los artistas.

Resultado: una guerra abierta entre el cine y la política, entre actores, directores, guionistas y productores hartos de los desprecios de la prensa de derechas y del IVA al 21%. Y con Montoro, el ministro cuelacriminales, como principal adalid. Sólo a un necio semejante se le ocurre insultar el en inútil Senado a los actores. Pobres idiotas. Pero el cine español, un gremio muy anquilosado, no ha hecho nada por cambiar usos, formas y métodos profesionales que condenan al sector entero, desde las historias que se cuentan a la renuncia a la vía de internet como opción de supervivencia. Nosotros no tenemos la solución, porque sería obra de muchas cabezas pensantes, pero esto no puede seguir así. Por el bien del cine y de la salud de los periodistas de derechas, al borde del ictus todos cada vez que ven a Bardem asomar su cara de boxeador.