¿Por qué al PP y a otros poderes parece interesarles tanto que la masa de población no tenga acceso a una buena educación?

La respuesta es muy sutil, pero cierta. Por un lado está el mero ahorro: recortar en tiempos de crisis es un tic que tienen todos, desde el PSOE a los nacionalistas pasando por el PP. No es una cuestión de maldad, es más la pereza innata a partidos políticos que se creen por encima del bien y del mal. “No hay dinero para todo, tenemos que recortar”: es la frase inicial. Pero luego meten la tijera no por motivos matemáticos sino ideológicos. Quitan allí donde creen, según sus principios y prejuicios, que deben quitar. Es decir, sanidad, I+D, subsidios y educación.

La verdadera pregunta es qué gana el Poder si recorta en educación. Sencillo: menos gente consumiendo recursos y mayor ignorancia. Un pueblo idiota e ignorante siempre será más fácil de gobernar que uno culto y preparado. Un buen ejemplo son los canadienses, suizos o escandinavos: allí están mucho mejor formados y eso hace que no caigan en las trampas del poder para intentar aborregarlos. Porque el Poder, en general y con mayúscula, es idéntico en todo el mundo. Un pueblo que no puede acceder a la Universidad, ni a conocimientos superiores es un rebaño más fácil de pastorear, o torear. En el fondo es jugar a ser Joffrey Baratheon pero con traje y corbata.

Subir tasas universitarias para vaciarlas de masa humana sobrante, financiar a los colegios privados y recortar recursos a los públicos hace que los niños salgan espantados. Al poder no le importa que la imagen del país y la salud educativa de la sociedad se resientan. Una mente sensata pensaría “pero eso es tirar piedras contra su propio tejado, el país se volverá más tonto y habrá menos crecimiento y oportunidades”. Pero es que al poder no le importa eso, lo único que le importa es gobernar. El Poder siempre se comporta como un ente biológico, como un animal, y su principal meta es sobrevivir, cueste lo que cueste.

Las diferencias ideológicas suelen ser importantes, pero pensar que la derecha es perversa y retorcida es quizás sobrevalorarla. En realidad es más una cuestión pragmática que de valores. En una sociedad tan refractaria a la presencia de sacerdotes en la escuela (siempre la eterna sombra de la pederastia ya enquistada en la psique popular) la decisión de sobredimensionar la religión en el sistema es pan para hoy y hambre para mañana: en cuanto cambie el signo político se esfumarán los brotes evangélicos. Pero reducir la educación sólo para las élites es el capítulo 1 del libro del buen gobierno egoísta del que han hecho gala muchos tiranos y partidos políticos a lo largo de la Historia. Y funciona. Aunque siempre cabe la duda de que, quizás, en un mundo donde en un simple click tienes todo el conocimiento imaginable en tu ordenador ya no funcione tan bien y en realidad el Emperador (con o sin barba) esté en pelotas y la gente lo sepa y le esté esperando con la recortada.