La libertad es como el agua, siempre se cuela por las grietas, y no hay tiranía o embuste propagandístico mayúsculo que no las tenga. Probablemente no será la mejor película de la Historia, y quizás dentro de un año ya nadie se acuerde de ella, pero ‘The Interview’ ha servido para demostrarle al mundo que los viejos tiempos de censuras y ataques a la libertad no han pasado. Ahora se hacen de otra manera. Ya nadie va a colarse en una sala de montaje con unas tijeras, como antaño, ahora es más fácil: hackeas a la productora, la avergüenzas, la chantajeas y puede que lo consigas. Pero lo que hicieron los piratas informáticos, que a todas luces siguen las órdenes de esa aberración humana llamada Corea del Norte, ha terminado por volverse en contra de ese régimen. ‘The Interview’ es una película boomerang: se lanza contra un dictador, vuelve como castigo de ese tirano y regrese a éste en forma de puñetazo. A no ser, claro, que sea el más arriesgado, genial y revolucionario método de promoción nunca antes visto. Que con Hollywood todo es posible…
No hemos visto ‘The Interview’ todavía, y ni siquiera sabemos si se podrá ver en España finalmente. Lo que sí es cierto es que lo que empezó como una sátira sobre el peor régimen político del mundo (si exceptuamos sea lo que sea que ISIS ha montado en el norte de Irak, y que por sus propias contradicciones internas terminará como una salvajada de todos contra todos) terminó como un órdago a un gigante. El próximo listillo que diga eso de que las multinacionales dirigen el mundo deberían preguntarle a los ejecutivos de Sony si han podido realmente hacer algo contra un puñado de hackers bien entrenados. Decían los Corleone que nadie es invencible ni invulnerable, y en Sony han masticado cristales durante un largo mes en el que han visto caer muchos pedestales, entre ellos el de sus más visibles ejecutivos, reducidos a simples cotillas hipócritas por la filtración de los mails internos de la productora. Entre carcajadas y miradas gélidas de actores, directores, guionistas y productores anda el juego.
Hollywood se escandalizó cuando Sony decidió no estrenar la película al recibir amenazas de ataques y vendettas cibernéticas si seguía adelante. Todos gritaron a coro eso de “si te duele te aguantas, pero tira para delante porque nos jugamos la libertad de expresión” que incluso sugirió Barack Obama. No fue hasta que el gobierno de EEUU entró en este asunto cuando Sony se decidió a estrenar la película en un puñado de salas y por las plataformas de distribución digital. Los ejecutivos de Sony patalearon cuando Obama les afeó en público, pero bien que han ido a pedir consuelo luego. Es lo que ocurre con Hollywood: mucho ruido pero luego las nueces las parte el de siempre, papá Estado. Así que ahí estaba la tormenta perfecta: hackers, una productora llevada al límite que estuvo una semana trabajando como si hubieran vuelto todos a 1989, sin ordenadores, decenas de actores y directores cabreados por las puyas que escribían los productores, y sobre todo la insolidaridad. Se le ocurrió al buenazo de George Clooney hacer circular una carta de apoyo a Sony por despachos, fiestas y almuerzos de Hollywood y nadie hizo siquiera el ademán de firmar. Así funciona la meca del cine: o comes o te comen, y a Sony le han dado un bocado de órdago.
Luego está el tema de Corea del Norte, esa cosa amorfa de cartón piedra, insostenible si no fuera porque China necesita semejante engendro para tener algo de poder internacional. Pero a Beijing se le empieza a saturar la paciencia. Hace menos de un año a punto estuvo China de tirar en la cuneta a sus camaradas norcoreanos por las bravatas del nuevo dictador, un obeso de tobillos rotos que debe estar luchando a brazo partido para evitar que el Ejército de ancianos arrugados que le rodea le fusilen al amanecer. Pero es que las mafias se están haciendo de oro en la frontera, y Corea del Norte es además un estorbo, un juguete que se está volviendo impredecible y que por lo tanto ya no es divertido. Además, este caso le ha valido a EEUU para asomar la patita de la verdadera dimensión de su poder: ya le ha apagado internet dos veces a Corea del Norte. Pero como en ese país casi nadie lo usa, pues no ha tenido mucho efecto. Más bien EEUU utiliza a los norcoreanos como un ejemplo de lo que son capaces de hacer si se lo proponen: triturarte virtualmente. Mucho hacker suelto con código pirata en ristre pero luego alguien, en alguna base subterránea en Dakota del Sur decide apagarte y te apaga. Asistimos pues a las primera batallas de las guerras futuras, conflictos virtuales donde quedarse sin internet será tan grave como que te bombardeen. No se perderán vida, claro, pero sí miles de millones, que duelen tanto como los ataúdes para los gobiernos de turno.
Al final ‘The Interview’, haya sido algo buscado o no, se ha convertido en una vara de medir de la sociedad actual: empezamos riéndonos todos de Sony pero al final el estreno en EEUU ha venido acompañado de vítores y aplausos por la libertad de expresión. Sirva como ejemplo de que la censura sigue ahí, que ahora son chantajistas anónimos desde ordenadores lejanos los que lo hacen, y que muchas veces están a sueldo de gobiernos absurdos que dejan la mente de Kafka reducida a la nada en comparación. Sirva pues todo este escándalo para meterle el dedo en el ojo a Corea del Norte, y para que todo el mundo sepa lo frívolo, hipócrita y malevolente que puede llegar a ser Hollywood, a pesar de que nos siga divirtiendo.