Lo que se barruntaba ya ha llegado: Silicon Valley ha puesto el ojo en la industria audiovisual para devorarla a dentelladas, un terremoto en toda regla. Pero es Amazon la que se ha puesto por delante: primero con la serie ‘Transparent’, y ahora con el fichaje de Woody Allen.
‘Transparent’ tiene ya dos Globos de Oro relucientes y propios: como mejor comedia y para su actor principal, Jeffrey Tambor. Es una serie arriesgada: aborda el mundo de los transexuales, el tercer escalafón del mundo gay que sufre todavía más incomprensión que el resto. La serie sólo puede verse comprándola legalmente en Amazon, por pedido, como si se comprara un libro. Es el método de negocio de Amazon y no va a cambiarlo porque se trate de contenidos audiovisuales. Da igual vender un libro, un disco o una serie de TV rompedora: es contenido cultural y por lo tanto sujeto a derechos de autor y de producción.
Amazon la produce, Amazon la empaqueta y Amazon te la vende en streaming por 99 dólares. De esta forma puentea a los canales de televisión en abierto o por cable, puentea a las productoras del gremio y le mete un gol a la industria como pocas veces, ya que abre en canal el sistema de distribución clásico, incluso el de Netflix, a la que derrota porque fusiona toda la cadena. Por cierto, España se queda fuera de la distribución porque no es un país seguro, si bien es factible que se pueda comprar con algunos arreglos o bien a la espera de que Amazon le dé al país que más piratea cultura una oportunidad. Pero Amazon es como Caribdis y Escila juntos: devora todo con tal de hacer caja.
Pero es que ahora Amazon va un poco más allá. Ya tiene en producción y listas para estrenarse varias series más, pero ha fichado nada menos que a Woody Allen para una serie nueva, una comedia que se estrenará en 2016 y que devuelve al neoyorquino más famoso al medio en el que destacó, la televisión. Una temporada completa ha sido encargada para Prime Instant Video, el canal de Amazon Studios, creada en 2010 para hacer lo que está haciendo ahora, series y películas, el siguiente paso. Aquí es donde realmente llega el terremoto: más que por el fichaje de Allen, una apuesta fuerte, se trata de cómo una compañía de venta por internet se ha convertido en un bombazo que rompe a la propia industria. S
e calcula que Amazon ha invertido 2.000 millones de dólares sólo en compra de derechos de reproducción en streaming y en generación de nuevos contenidos. La idea es expandirse un poco más. Recuerden que Amazon rompió también a los medios de comunicación cuando compró el Washington Post para “reconstruir el periodismo desde las redes y la calidad”. Eso está por ver, pero lo que intenta uno de los gigantes de Silicon Valley es cambiar el sistema, todo el sistema, para relanzarlo y sacar una gran tajada. Y lo hace mediante el proceso de fidelización a través de su propia red de distribución, Prime. Lo que Amazon quiere es ir al abordaje sobre Hollywood y dejar claro quién va a mandar en la industria cultural este siglo.
No obstante, los antecedentes de Amazon no son muy positivos. Sigue en pie de guerra con las editoriales y con gran parte de los autores, paga poco, regatea cada dólar y, reconozcámoslo, a Amazon el conocimiento le importa más bien poco, sólo el río ancho de dólares que debe entrar a diario para que todo el entramado se mantenga en pie. Ha entrado por las bravas, como un corsario sin moral, en el mundo de las letras y ha levantando tantas ampollas con su actitud de “lo vendo como quiero y nadie puede decirme nada” que ha hecho que países como Rusia, Brasil o la Unión Europea (sobre todo) la tengan en su lista negra. La actitud poco ética de Amazon se ha traducido en investigaciones, multas y golpes de mano de la UE, que sabe que puede estrangular a Amazon cerrándole un mercado de más de 400 millones de personas en Europa, que también es quien más cultura consume del mundo. Pero ya están aquí, y no se van a ir. Ahora le toca mover ficha a la industria de Hollywood y de la televisión de EEUU, la que más factura: o se adaptan o acaban con Amazon. Se supone que ganará Silicon Valley, pero Hollywood ha sobrevivido a una Gran Depresión, a una guerra mundial, a la Guerra Fría, a varias recesiones y cambios generacionales.