Hay una vieja leyenda republicana, apócrifa, que asegura que durante la parte más dura de la Revolución Francesa, tras la ejecución de Luis XVI, hicieron una pintada en los muros de un edificio: “Dios no tiene cabida entre los muros de la República”. Es falsa, pero fue creída, coreada y asoma de nuevo hoy cuando la democracia, la libertad o incluso la ciencia son amenazadas por esa otra parte de la civilización, incapaz de ver más allá de su dios.