En 2018 la capacidad del ser humano para estudiar la vida dio un gran salto, más técnico que teórico. Algo tan aparentemente sencillo como elegir una célula, marcarla y luego monitorizarla para saber qué papel juega en el desarrollo del ser humano o de cualquier otro ser vivo es en realidad una tarea complejísima que necesita de muchas otras disciplinas.