Casi toda la obra de Edgar Allan Poe está traducida al español, gracias en parte a Borges y Cortázar: consagrados de otro idioma transmitiendo el genio alucinado y extraño de quien soñó ser poeta pero terminó convertido en un mito entre la alucinación, los excesos, el romanticismo lacerante y la carga de ser un pionero, un adelantado a su tiempo que le uniría a la larga lista de los “malditos”: Edgar Allan Poe. Tan atormentado, alucinado y extremo como clásico generaciones después, convertido en un canon, parte invisible pero “muy visible” (contradictorio pero cierto) de la cultura popular y fuente en la que han bebido creadores de todo el mundo, sea cual sea su origen, idioma o ideas.