Nada entorpece más cualquier tipo de voto o decisión que el miedo, la rabia o la creencia en algo. Nada es más tóxico para el progreso que pensar en el hoy en lugar del mañana. Nada puede ser tan problemático como para postergar cierto grado de racionalidad. De lo contrario se termina justo donde quieren los que te fustigan: da igual que sean las elecciones, un atentado o el chantaje emocional de alguien.