Es la segunda vez que escribimos esto, y cada vez hay que hacerlo con más tristeza. Europa ha muerto por suicidio colectivo de sus ciudadanos, incapaces de avanzar al compás del mundo, ensimismados en su nacionalismo, tópicos, racismo y falta de ambición. Ha olvidado los valores que la hicieron grande y diferente, y al hacerlo traiciona su naturaleza. Eso es morir.