Censurar el arte, sea bueno o malo, es como tirar un boomerang: acaba siempre partiéndote los morros cuando viene de regreso.
Censurar el arte, sea bueno o malo, es como tirar un boomerang: acaba siempre partiéndote los morros cuando viene de regreso.
La falta de calidad tiene un precio, a veces muy alto: pasar inadvertido ante el mundo que quisiste conquistar, y lo que es regla de oro para todo el mundo también lo es para los eventos como el Festival de las Artes de Salamanca, otra vez.
Ya está, ya es oficial: no habrá director invitado o director fijo para el próximo Festival de las Artes (Facyl). La Junta aseguró, por boca del consejero Alonso, que era “hora de apostar por lo nuestro”, es decir, que lo hecho por Calixto Bieito en estos dos últimos años no vale, para ellos, claro.