Somos todos hijos de un siglo tremendo, el XVIII, una explosión cuyas ondas todavía se sienten hoy. En su fase final, tan importante casi como todo lo anterior y posterior, se produjeron los movimientos políticos, sociales y culturales que nos definen. Pero ese siglo estuvo marcado por la Ilustración, cuyos valores supuestamente quedaron como legado, pero que a día de hoy todavía no se han cumplido en realidad.