La crisis ha dejado ya por el camino a un par de generaciones: una más joven que la otra, las dos en el mismo embudo de subdesarrollo; una con su juventud por bandera, la otra con su (mejor) preparación por haber pasado por el último sistema educativo que funcionó, y las dos deben salvarse o será terrible para todos, especialmente para la que tiene muchas papeletas para quedarse en la cuneta.